"La mujer de rojo"

Acto I

—¿Quién es?— Preguntas con voz neutra y clara y en esa frase inmediatamente te reconoces en tu sitio, si quedaba atisbo de dudas, esta casaes tuya y es tu hogar, y de repente te sientes en pleno derecho sobre ella. —Soy...— Un sórdido espasmo de dolor recorre tu craneo, en el se mezclan los nombres de cientos de lugares y las voces de otras cientas de personas, te mareas un instante, pero todo aquello apenas si a tomado una fracción de segundo —¿puedes abrir la puerta, por favor? Tengo algo importante que decirte— La voz parece familiar y el tono es amable, de hecho, una melancolía extraña se apodera de ti mientras barajas tus opciones.
  1. Permanecer en silencio (ignorar el llamado)
  2. Atender la puerta