" El olor a cenicero se acentúa alrededor del viejo mueble y enseguida consigues entender de donde proviene, sobre unos cuantos documentos reposa un cenicero de madera sin lijar repleto hasta rebalsar de colillas de cigarro y papelillos. Sientes una mezcla de asco y deseo en la garganta, la punta de tus dedos instintivamente se tenzan y tragas saliva.
Una taza vacía y sucia, un salero lleno de sal gruesa, unas tijeras, un mechero y algunos alfileres cuentan la vida de un escritorio que tiene varias utilidades en la vida de alguien que tal vez pase demasiadas horas sentado frente a él.
Un vistazo rápido a los documentos te devuelven un panorama conocido: las facturas del préstamo del banco de los últimos tres meses coronadas por la carta documento que te advierte del futuro desalojo que te espera te explican enseguida el cenicero lleno: debajo de las mismas alcanzas a ver,ya casi sin dolor, los papeles del divorcio y algunas cartas viejas que estuviste revisando los últimos días. Mas lo que te llama la atención realmente en medio de el lío de documentos y correspondencia es el recorte de un papel que parece haber sido colocado encima de aquel desastre; está prístino de limpio y la caligrafía es tuya, aunque no recuerdas haberlo escrito:
"SI ESTÁS LEYENDO ESTO, ES QUE AÚN NO ESTÁ TODO PERDIDO, MANTENTE ALERTA Y ALÉJATE LA MUJER DE ROJO."