"La mujer de rojo"

Acto I

Fuera, la niebla te llena los pulmones, es espesa y cálida, como una noche de verano profundamente cerrada, el silencio es ominoso y omnipresente. A tu alrededor las pesadas gotas de bruma reflejan los destellos anaranjados del alumbrado público y de la luna, que son los únicos aliados que eres capaz de identificar con certeza en medio de la calle adoquinada. No sientes frío, pero una sensación aún más espantosa presiona tu pecho, como una advertencia que no sabes explicar. Vuelves tu rostro hacia tu hogar y tienes la seguridad de que volver no es una opción.
  1. Continuar hacia el norte
  2. Volver hacia el sur